viernes, 15 de octubre de 2010

POR PREOCUPADOS SE PUEDEN MORIR ANTES

La investigación estableció que hay mayores tasas de mortalidad entre los hombres que siempre están preocupados porque tienen más probabilidad de adoptar hábitos poco saludables como fumar y beber.

Investigadores de la Purdue University en Indiana compararon hábitos, estilos de vida y tasas de mortalidad de personas con rasgos de personalidad asociados al estrés y la preocupación.

"La investigación muestra que mayores niveles de neurosis pueden llevar a una muerte temprana y quisimos saber por qué", dijo el investigador Daniel Mroczek, profesor e investigador de temas vinculados a la familia y el desarrollo infantil.

"Encontramos que tener tendencias hacia la preocupación o ser el tipo de persona que se estresa fácilmente ayuda a desarrollar malas conductas como fumar y, por lo tanto, elevar la tasa de mortalidad", agregó.

Mroczek señaló que la preocupación crónica, ansiedad y tendencia a la depresión eran rasgos clave de una personalidad neurótica.Para el estudio, los investigadores analizaron datos de 1.788 hombres, su conducta fumadora y rasgos de personalidad durante un período de 30 años desde 1975 hasta el 2005, sacados de un estudio a largo plazo de hombres adultos en Boston, Virginia.

Los investigadores encontraron que una persona con altos niveles de neurosis era proclive a experimentar ansiedad o depresión y a automedicarse con tabaco, alcohol o drogas como vía de escape.

El estudio, publicado en 'Journal of Research in Personality', halló que el fumar tenía entre un 25 y un 40 por ciento de asociación entre una alta neurosis y la mortalidad.El otro 60 por ciento era inexplicable, pero posiblemente estaba atribuido a factores biológicos u otros temas ambientales más allá de las experiencias individuales, señaló Mroczek.

martes, 12 de octubre de 2010

Resolver un crucigrama y jugar cartas a diario demoraría el rápido deterioro de la memoria


Investigadores pasaron cinco años evaluando a 488 personas de entre 75 y 85 años que no tenían demencia al inicio del estudio. Durante ese período, 101 participantes desarrollaron demencia.El estudio fue realizado por expertos del Colegio de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, Estados Unidos.
Al comienzo de la investigación, las personas informaron con cuánta frecuencia participaban en seis actividades de ejercicio de la memoria: leer, escribir, resolver crucigramas, participar en juegos de mesa o cartas, integrar grupos de debate y escuchar música.
Por cada actividad, la participación diaria fue evaluada con siete puntos, algunos días a la semana con cuatro puntos y una vez a la semana, con un punto.
La calificación promedio para los participantes que luego desarrollaron demencia era de siete puntos, lo que implicaba que hacían una de las seis actividades cada día.
Diez personas informaron no realizar ninguna de esas actividades y 11 sólo una de ellas a la semana.Los expertos después observaron el momento en que la pérdida de memoria comenzó a acelerarse rápidamente y hallaron que por cada actividad adicional en la que participaba una persona, la aparición del deterioro cognitivo se demoraba 0,18 años.
"El momento de deterioro acelerado se demoró 1,29 años en la persona que participaba en 11 actividades por semana, comparado con aquella que sólo practicaba cuatro actividades a la semana", dijo el investigador Charles Hall en un comunicado.
El experto añadió que los resultados seguían siendo válidos después de tener en cuenta el nivel educativo de los participantes."Estas actividades ayudarían a mantener la vitalidad cerebral.
Se necesitan más estudios para determinar si aumentar la participación en estas actividades podría prevenir o demorar la demencia", indicó Hall.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL AJO






EL AJO







Probablemente no existe planta medicinal más conocida y estudiada que el ajo. Se ha utilizado desde tiempos inmemoriales en numerosas y variadas formas. Por ejemplo, un papiro egipcio que data de hace más de 3,500 años contiene sobre doscientas recetas a base de ajo para diversos problemas de salud. El ajo ejerce efectos sobre numerosos órganos de nuestro cuerpo y sobre numerosos aspectos de nuestra fisiología. El problema con el ajo es el olor que delata, incluso a varios metros de distancia, a quien lo consume. Este olor se debe a dos sustancias altamente volátiles llamadas aliina y disulfuro de alilo. Estas se disuelven con gran facilidad en los líquidos y en los gases y al ser trasportadas por la sangre impregnan todos los tejidos de nuestro cuerpo.

Los siguientes son los principales efectos benéficos del ajo que han sido sustanciados en estudios científicos:

• Ayuda a combatir un buen número de hongos, bacterias y virus

• Reduce la presión arterial y el colesterol

• Ayuda a reducir el bloqueo de las arterias y a reparar los daños causados por la arterioesclerosis

• Ayuda a prevenir y aliviar la claudicación intermitente (dolor en las piernas al caminar causado por la arterioesclerosis)

• Actúa como antiinflamatorio

• Su uso prolongado ayuda a prevenir ciertos tipos de cáncer.

• Ayuda a incrementar el nivel de insulina en el cuerpo, reduciendo así los niveles de azúcar en la sangre.

• Algunos estudios parecen demostrar que el ajo incrementa ligeramente el nivel de serotonina en el cerebro ayudando a combatir el estrés y la depresión.

La forma en que se prepara y se ingiere el ajo es importante para lograr estos beneficios. El ajo crudo y el cocido poseen diferentes propiedades medicinales, es decir, algunos de los efectos del ajo se producen con mayor efectividad ingiriendo ajo crudo, mientras que otros se logran igual o mejor ingiriendo ajo cocido.

Varios de los beneficios del ajo se deben a un compuesto llamado alicina que actúa contra numerosos virus y bacterias y que es considerado por muchos investigadores como el más potente antioxidante conocido. Sin embargo esta sustancia no está presente en el ajo sino que se forma cuando la aliina y la alinasa, otras dos sustancias que sí están presentes se combinan. Esto ocurre cuando el ajo es cortado, machacado, o en el caso de suplementos de ajo, durante el proceso digestivo. La alicina sólo dura unos minutos por lo que es importante ingerir rápidamente el ajo luego de ser cortado o machacado. Al cocinar el ajo se destruye la alicina. Sin embargo, se liberan otros compuestos como la adenosina y el ajoeno que poseen propiedades anticoagulantes y ayudan a reducir el nivel de colesterol.

En un estudio reciente llevado a cabo en Canadá se encontró que los efectos antioxidantes de la alicina se deben a una sustancia llamada ácido sulfénico que se genera cuando la alicina se descompone. Otros vegetales como la cebolla contienen una sustancia muy parecida a la alicina. Sin embargo su actividad antioxidante no se compara con la del ajo. Esto probablemente se debe a que esta sustancia no se descompone con la misma rapidez que la alicina.

El ajo es, por lo general, seguro. Sin embargo, algunas personas pueden presentar reacciones alérgicas en forma de problemas gastrointestinales o irritación de la piel. Debido a sus propiedades anticoagulantes su uso debe ser suspendido al menos dos semanas previo a cualquier intervención quirúrgica o extracción dental.

“LA SALUD ESTA EN TUS MANOS CUIDATE”


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